“Entre la gente que ya cursó la Diplomatura hay una suerte de contraseña, una complicidad, como si fuera una cofradía. Cuando se encuentran dos personas y se preguntan ‘¿Cursaste la Diplo?’ se dibuja una sonrisa en ambas porque saben que atravesaron un proceso de transformación similar, con una enorme incidencia institucional”, ilustra Marisa, a modo de síntesis de un proyecto enormemente complejo y colaborativo que abarca un sinfín de actores, campos y saberes.
La “Diplo” es la Diplomatura en Géneros, Políticas y Participación, dictada por la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) desde 2014. Por sus aulas y espacios pasaron centenares de personas de diferentes territorios, movimientos sociales, institucionalidades, niveles de formación, edades e identidades sexuales. Y, en ese cruce de saberes, en cada uno de esos encuentros, parece surgir la magia.
Marisa, en tanto, es Marisa Fournier, directora a cargo de la Diplomatura e investigadora y docente del Instituto del Conurbano, en la UNGS. Con nueve años al frente de esta experiencia, rescata que la propuesta pedagógica es integral y “se sostiene en el tiempo porque tiene una popularidad y un prestigio ganados que son muy importantes”.
¿De dónde viene ese prestigio? ¿En qué aspectos, en qué tramas, en cuáles cruces se esconde la importancia de un proyecto que fue creciendo con los años y que, promoción tras promoción, se enriquece con la experiencia de los propios y con los aportes de los ajenos? Aquí, un repaso por sus características más importantes.
Las raíces en que se construye esta Diplomatura, cuenta Fournier, tuvieron varios factores de peso. El primero, puntual y específico, tuvo que ver con un pedido de un gobierno municipal, que necesitaba más y mejores herramientas para intervenir en violencias por motivos de género.
“Si bien se podría haber resuelto la consulta con un curso chico, centrado pura y exclusivamente en las violencias, propusimos, en cambio, crear un espacio donde se plantearan dimensiones y abordajes con múltiples enfoques -se explaya Fournier-. Porque para mirar a las violencias, tenemos que hablar, también, de desigualdades, las cuales producen, sostienen, justifican y transforman en un problema estructural a la violencia. Es necesario abordar cuestiones vinculadas a otras dimensiones, como la economía, el mercado de trabajo, la salud, las masculinidades y los procesos migratorios, que requieren, a su vez, miradas más integrales”.
A ese escenario se le sumaron, luego, cuestiones vinculadas tanto a la voluntad política como a los recursos económicos, claves para la consolidación y crecimiento de todo el proyecto. “Hay, claramente, una voluntad política de ‘mirar a los ojos’ a este tipo de desigualdad. Está relacionado a la voluntad institucional de dar respuestas integrales ante preguntas específicas y es una clara muestra del perfil tanto de la UNGS como del Instituto del Conurbano: hay un compromiso institucional que se expresa en nuestro estatuto”, remarca Fournier.
A la hora de pensar en los aspectos más representativos, Forunier considera que la Diplomatura tiene una enorme diversidad en relación al estudiantado: diversidad etaria, sexo-genérica, de formación, diversidad territorial, institucional y, por supuesto, de saberes y experiencias.
“En el aspecto sexo-genérico, por ejemplo, hay una voluntad decisiva de incorporar personas travestis y trans, porque, a su vez, producen una transformación enorme en todo el conjunto del estudiantado y en la institución universitaria misma ‒analiza la directora de la Diplomatura‒. Es decir, la presencia de personas travestis y trans en el patio, en el bar, en los baños, genera modificaciones institucionales significativas. Ni hablar en las aulas”.
Este escenario de tanta heterogeneidad hace que la Diplomatura sea espacio de encuentro, por ejemplo, entre personas que forman parte de fuerzas armadas junto con miembros que militan territorialmente y que han sido parte de piquetes y de cortes de calles, o integrantes de centros de cuidado infantil trabajando junto a economistas cuya labor diaria es elaborar políticas públicas en algún ministerio provincial.
Todo este conjunto de estudiantes, aclara Fournier, trabaja con una pedagogía feminista donde las propias experiencias de los sujetos son tomadas y vueltas a inscribir en clave conceptual. “No hay una sacralización de la teoría sobre la experiencia, porque el conocimiento se produce de manera situada y en relación y diálogo permanente con las experiencias. Para nosotras, el conocimiento es una caja de herramientas para ser utilizadas, modificadas y mezcladas en una mirada pragmática del conocimiento. Es por esa razón, también, que el programa de la Diplomatura va cambiando en la medida en que cambian las agendas de lucha y de pensamiento feminista y transfeminista”.
La Diplomatura se consolida y crece al ritmo de las propuestas, innovaciones y resignificaciones de sus integrantes, tanto docentes como estudiantes. El final del camino, asegura Fournier, es, en realidad, una posible apertura: para recibirse, deben pensar y diseñar, de forma colectiva, un proyecto grupal.
“La diplomatura cierra abriendo, paradójicamente. Con toda esa heterogeneidad y diversidad que se mencionaba antes, deben hacer un proyecto de intervención social, que puede ser implementado o no, una vez que se termine la cursada”, asegura. En total, el registro lleva alrededor de 80 propuestas que, haciendo honor a la composición de la Diplomatura, se destacan por su diversidad: economía social, hábitat, vivienda, arte, salud, educación, ESI, planificación urbana, infancias trans, redes de comunicación, la cuestión migrante… y la lista sigue.
La lista de implementaciones y cambios que se dieron a partir de la Diplomatura, asegura Fournier, es larga y consta de varios episodios, con un largo camino por delante. “En 2015, por ejemplo, cursaron por primera vez Marlene Wayar y Violeta Alegre, personas trans y travesti. Empezamos a trabajar para que la UNGS incorpore una Ley de Identidad de Género y que Marlene pudiese tener un certificado respetando la identidad autopercibida, que no se condice, necesariamente, con la que dice el DNI. Fue un cambio institucional muy específico, en clave de la modificación de los procedimientos institucionales, un trabajo muy lindo que pudimos realizar”, relata.
Puertas afuera, además, la UNGS incrementó sus vínculos con muchísimos actores centrados específicamente en temas de género, al tiempo que se generaron redes interinstitucionales para dialogar y construir sobre todas estas temáticas.
“En 2014, nos reunimos con Vanesa Vázquez Laba y Dora Barrancos para empezar a pergeñar lo que luego sería la Red Interuniversitaria por la igualdad de género y contra las Violencias, que terminó de institucionalizarse en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en 2018. Así como desde la UNGS aportamos desde la Diplomatura, en otras casas de estudio las que apoyaban y aportaban eran programas de género, sindicatos, cátedras…cada una con sus experiencias”, narra la directora, quien agrega que, en este contexto, también surgió la Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y Contra las Violencias (RUGE), un espacio inscripto en el CIN.
Otros impactos, con epicentro en la Diplomatura pero con alcances fuertes, incluirían las primeras asignaturas de temas de género en la UNGS, la suma de contenidos mínimos de Educación Sexual Integral en la escuela secundaria de la universidad, la gestión del primer proyecto de inclusión travesti-trans en el sistema universitario en el conurbano bonaerense ‒que luego se terminaría implementando, con algunas modificaciones y revisiones, en la misma UNGS en 2022‒, y la creación del curso “Masculinidades, críticas y territorio”, con una muy buena receptividad en la población.
En el horizonte asoman desafíos. Algunos, propios de la Diplomatura. Otros, a una escala mucho más grande. “Desde el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad nos convocaron par el diseño de una Diplomatura general, en todo el país, que recuperase los aprendizajes logrados con nuestra propuesta pedagógica. Así que convocamos al estudiantado, al equipo docente y a colegas de RUGE para seguir trabajando juntos. Y es algo super interesante ‒remarca Fournier‒ que una cuestión así, con la posibilidad de un impacto a nivel nacional, haya nacido desde el aula 3027 de la UNGS. Es un enorme logro colectivo”.
Construir a partir de otras experiencias
Cuenta Fournier que la génesis de esta Diplomatura tuvo una ronda de visitas y entrevistas con personas y colectivos de los más diversos orígenes y experiencias.
“Hubo mucho bar, casas, reuniones y charlas con muchísimas compañeras. Tuvimos un diálogo muy lindo, por ejemplo, con Susana Gamba y Dora Barrancos, quienes habían desarrollado una diplomatura de este tipo en la UBA, centrada en cuestiones de género. Y con el resto de las colegas, compañeras y colectivos pudimos pensar y sumar la dimensión económica, las cuestiones de mercado de trabajo y las brechas por los techos de cristal, los procesos migratorios, la salud…fue un elemento fundamental, el reconocimiento de la experiencia acumulada por otras, puestas al servicio de este proyecto”, pondera la directora.Así, destaca Fournier, se fueron construyendo vínculos, redes de confianza e, incluso, muchas de esas personas que colaboraron con sus experiencias son, hoy, parte del plantel docente. “Hay, desde el momento cero, un compromiso político del equipo docente para formar parte de proyectos de transformación en el sentido de igualdad de género. Eso es imprescindible”, agrega.