Nuevas tecnologías para la gestión ambiental

Cuando, en 2014, la empresa ARX Arcillex SA. solicitó a la UNGS asistencia para poder incorporar en su planta tecnología que permitiera producir energía combustible a partir de residuos industriales, se inició un nuevo proyecto de vinculación y transferencia.

La universidad forma parte de un gran entramado social y, como productora de conocimiento e investigación, su tarea es, en parte, trasladar esa experiencia a otras áreas. Uno de sus ejes de articulación y vinculación se da con el sector productivo y, en el caso del Instituto del Conurbano (ICO) de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), se trata de una actividad que ya cuenta con un amplio recorrido en la transferencia de información y tecnología.

Cuando, en 2014, la empresa ARX Arcillex SA solicitó a la UNGS asistencia para poder incorporar en su planta tecnología que permitiera producir energía combustible a partir de residuos industriales, se inició un nuevo proyecto de vinculación y transferencia. Esta propuesta fue presentada en la convocatoria delFondo Argentino Sectorial (FONARSEC) para investigaciones realizadas en forma conjunta entre el sector productivo y académico y, con su asignación, la UNGS pudo poner en práctica mucho de lo que se venía trabajando en tanto valoración energética de residuos.

Tras varias evaluaciones técnicas, sociales, económicas y ambientales, el fondo fue aprobado y otorgado en 2015 por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

“Esta empresa se dedica a la gestión de residuos industriales no peligrosos ni especiales y, en aquel momento,buscaban transformar estos plásticos, cartones y textiles, que no se reciclaban e iban directamente a los rellenos sanitarios, en un combustible que sustituyese al gas natural usado en los hornos de las cementeras de la región. Como nosotros teníamos parte del equipamiento necesario y habíamos hecho experiencia en eso, la vinculación resultaba perfecta”, señala Raquel Bielsa, responsable de Investigación y Desarrollo en el proyecto.

Fue así que se comenzaron a realizar muestreos y análisis avanzados de laboratorio del combustible sólido recuperado (CSR) que se generaba en la planta. “Estos análisis permitieron que la empresa pueda formular un combustible con la calidad que requerían sus clientes y se cumplan las condiciones de humedad, contaminantes máximos, contenido calorífico y demás. Pudimos encontrar las proporciones correctas de los distintos residuos necesarios para lograr un combustible sólido recuperado que satisfaga las características de calidad de los clientes que tenían en la empresa”, detalla la investigadora.

Mediante este proyecto, la empresa consiguió financiamiento para adquirir equipamiento industrial que les permitirá producir el combustible sólido recuperado a partir de los residuos industriales no especiales. Este equipamiento consistió en trituradoras, tamices y compactadores industriales, tecnología de punta y de gran valor para poder realizar el proyecto.

“Además -agrega-, también ha sido fuente de nuevos problemas de investigación y una gran experiencia formativa para los recursos humanos del Instituto, ya que en este proyecto hay tres becarios doctorales del CONICET que están próximos a defender sus tesis en temas relacionados al proyecto. Para la Universidad también fue una oportunidad de actualizar equipamiento y capacitar al grupo del Laboratorio de Ecología , así que se trató de una experiencia de retroalimentación muy grande y positiva”.

Este proyecto permitió trasladar e incorporar al ámbito productivo todos los conocimientos generados en la UNGS y, para Bielsa, esto representa un gran logro porque “ayudó a que el mundo académico y científico impulse y potencie proyectos innovadores en la industria, generando un cambio real en la sociedad. La articulación fue tan positiva que, incluso habiendo finalizado el proyecto, continuó la vinculación con ARX a través de dos servicios rentados a terceros”.

Compromiso y vocación

Es sabido que el fin último -y primero- de la ciencia es mejorar y ayudar al crecimiento y cuidado de la sociedad, pero, quizás, no siempre se contempla esta premisa cuando se escucha sobre un nuevo proyecto de investigación. “A mi siempre me gustó la ciencia aplicada y es que lo que una quiere es colaborar para que se produzcan avances significativos y se incorporen nuevas tecnologías en la sociedad”, apunta la investigadora del ICO.

“La idea en este caso -continúa- era propiciar un manejo más sustentable y amigable de los residuos y la energía para con el ambiente. Además, al desarrollar proyectos de esta línea se puede dar respuesta a las preocupaciones ambientales que nos surgen hoy y en las que tiene un rol protagónico el sector industrial. La empresa ARX ARCILLEX S.A. es, justamente, uno de los actores principales de la gestión de los residuos dentro del AMBA, por eso su participación es tan relevante”.

Este combustible tiene como primer destino las fábricas de cemento PORTLAND, ubicadas en Olavarría, provincia de Buenos Aires. Allí, hasta que se concretó el proyecto, se utilizaba gas natural para alimentar los hornos. Sin embargo, hoy en día, y gracias a los frutos de la investigación y la vinculación entre ciencia e industria, este recurso no renovable tiene una alternativa mucho más ecológica y sustentable.

“La universidad es un lugar donde transitan muchísimos jóvenes que están trabajando con la problemática ambiental y una puede ver que están muy preocupados por el mundo que se les avecina, el mundo que les estamos dejando. En nuestro caso, el Conurbano es un área muy golpeada, sobre todo en cuanto a la disposición final de los residuos. Algo tiene que cambiar en el circuito que hace la basura y, para eso, necesitamos desarrollar nuevas tecnologías como esta”, concluye Bielsa.

En este proyecto se volcaron los conocimientos adquiridos de varias experiencias previas, como el caso de “Desafíos tecnológicos para la gestión sustentable de residuos sólidos urbanos de generadores especiales en la Región Metropolitana de Buenos Aires”, una convocatoria del Centro Interdisciplinario de Ciencia, Tecnología e Innovación y el MINCyT en la que también participó el ICO. A su vez, motivó al surgimiento de otras propuestas de vinculación, como por ejemplo, el desarrollo de talleres en colegios de la zona de San Miguel, la creación de cuadernillos para capacitaciones sobre la gestión adecuada de los residuos en escuelas de nivel primario y medio.