Alcances y desafíos de la autorregulación en las cooperativas de trabajo

Sumergirse en el universo de las cooperativas de trabajo implica entrar en un mundo donde ciertas lógicas, vínculos y dinámicas de organización distan radicalmente de otros escenarios laborales, como pueden ser, por ejemplo, las empresas capitalistas. ¿Cómo se producen, se legitiman y se ponen en práctica esas dinámicas? ¿Cómo se autorregulan?

Sumergirse en el universo de las cooperativas de trabajo implica entrar en un mundo donde ciertas lógicas, vínculos y dinámicas de organización distan radicalmente de otros escenarios laborales, como pueden ser, por ejemplo, las empresas capitalistas. ¿Cómo se producen, se legitiman y se ponen en práctica esas dinámicas? ¿Cómo se autorregulan?

Con estas inquietudes en mente, y buscando dar respuesta a interrogantes en torno a la eficacia y la eficiencia de estos ámbitos, el Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) interrogar y abordar los sistemas de autorregulación en las cooperativas de trabajo. El proyecto fue realizado de manera conjunta con la Cooperativa de Trabajo Factorial, lo que supuso una instancia de coproducción de conocimientos sumamente enriquecedora y dinámica.

“Cuando hablamos de organizaciones basadas en el trabajo asociativo y autogestionado, los mecanismos para la autorregulación resultan un desafío. Porque estos espacios necesitan innovar y construir, de forma colectiva, nuevas herramientas eficaces y coherentes con sus principios”, explica Gonzalo Vázquez, integrante del Instituto del Conurbano (ICO) de la UNGS y director del proyecto.

El equipo de trabajo, valiéndose de entrevistas y un largo trabajo en el campo, relevó y analizó la dinámica laboral de cinco cooperativas de trabajo de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires: la Cooperativa Cooptem, la Cooperativa Contex, la Cooperativa Alé Alé, la Cooperativa Iriarte Verde y la Cooperativa La Cacerola.

El análisis y estudio de una multiplicidad de factores, presentes en las cooperativas y los contextos en que las mismas se desarrollan, permitieron a los investigadores identificar algunas formas de autorregulación, como la autodisciplina individual, la regulación entre pares, la supervisión directa o los incentivos monetarios, entre otras.

“Un aspecto interesante es que las cooperativas de trabajo suelen modificar sus estrategias, buscando combinar las formas de autorregulación. De esta forma, intentan mejorar el desempeño en aspectos que van desde la productividad y la eficiencia hasta el compromiso integral con el proyecto, pasando por la cohesión ante las diferencias internas y las decisiones democráticas”, agrega Vázquez.

El trabajo de campo para esta investigación se realizó entre diciembre de 2016 y septiembre de 2017. Se utilizaron diferentes técnicas para recoger los datos, como entrevistas semi-estructuradas a informantes claves, observación participante, talleres de reflexión colectiva y registros audiovisuales. También se consultaron fuentes secundarias, como documentos o trabajos audiovisuales realizados por otros proyectos de investigación, artículos periodísticos y documentos de trabajo de las cooperativas. “Las entrevistas conformaron la herramienta metodológica fundamental, ya que se constituyeron en el canal estratégico para comprender la dinámica al interior de la organización”, aseguran desde el equipo.​

Navegando entre normas, conflictos y soluciones

A partir de un recorrido pormenorizado y profundo de los aspectos que integran y constituyen a las cooperativas, el proyecto de investigación pudo arribar a distintas conclusiones sobre las dinámicas de autorregulación y de organización. Por ejemplo, al hablar sobre la búsqueda de niveles altos de eficiencia y productividad, descubrieron que es frecuente el uso de incentivos monetarios.

“Sin embargo, esta herramienta se implementa de maneras muy diversas: desde la autoevaluación individual de cada asociado hasta la evaluación individual del líder del grupo hacia sus compañeros. –aclara Vázquez-. En ambos casos, es frecuente el tratamiento del tema en asambleas, donde todos tienen la oportunidad de opinar sobre el tema”.

El campo de la asistencia y la puntualidad mostró que, en las cooperativas analizadas, se diseñaron dispositivos auxiliares -uso de planillas de horas de asistencia, ingreso al lugar de trabajo con tarjetas magnéticas y hasta la identificación por medio de huellas digitales- e, incluso, estos métodos son acompañados por sanciones monetarias para el incumplimiento en asistencia o en horarios de trabajo.

“Para recuperar días o tiempos perdidos se ha recurrido a las charlas y a la flexibilidad, adoptando el formato de la ‘regulación entre pares’ o ‘ajuste mutuo’. Los usos de estas formas de control más flexibles son valorados generalmente por los asociados, quienes las reconocen como una de las ventajas de trabajar en una cooperativa, por el clima de libertad y tolerancia que construye”, suma el director del proyecto.

Respecto al compromiso integral con el proyecto, el equipo pudo identificar que se aprecia que la visión integral del proyecto esté concentrada en unos pocos asociados; por lo general, los que tienen un mayor recorrido o los miembros del Consejo de Administración. En este sentido, los investigadores sostienen que un lugar clave son los espacios asamblearios, en donde se busca construir, entre todos los asociados, el proyecto integral de la cooperativa.

“Solo en una de las cooperativas encontramos que se premia con un plus monetario la participación en ámbitos externos. Antes del estudio, pensábamos que los espacios de formación y reflexión sobre cooperativismo y trabajo autogestionado resultarían útiles, pero observamos que en la mayoría de las comisiones relevadas no existe una estrategia de formación sistemática. Más bien hay experiencias puntuales de capacitación que respondieron a necesidades coyunturales”.

Las asambleas, remarca el equipo de trabajo, son espacios donde se manifiestan y se materializan toda una serie de cuestiones, especialmente vinculadas a las cuestiones democráticas.

“Los conflictos importantes se dirimen en asambleas, que cuentan con la participación de todos los asociados a la cooperativa. Aunque también hemos visto experiencias en las cuales los conflictos pueden durar años sin resolverse, y, consecuentemente, provocar desgastes importantes en el grupo. Por otra parte, si bien todas las cooperativas afirman que su órgano de gobierno soberano es la asamblea general y todas cumplen en realizarlas, dichas asambleas se realizan con una frecuencia variable, pudiendo ser semanales, mensuales, o más esporádicas en otros casos”, detalla Vázquez.

Si bien el proyecto llegó a su fin en septiembre de 2017, tanto desde la MAES-UNGS como desde la Cooperativa Factorial continuaron trabajando en la temática desde actividades como la investigación, la docencia, el asesoramiento y la promoción de cooperativas de trabajo y otras organizaciones autogestionadas por sus trabajadores.

Escenarios fluctuantes

A lo largo del trabajo de campo, y analizando luego todo el material reunido en las entrevistas y con los otros recursos de recolección de información, el equipo obtuvo una serie de conclusiones que atraviesan, de forma genérica, las condiciones de organización de las cooperativas. Una de estas cuestiones se refiere a la variable de tamaño y organización, en cada una de ellas.

“Por lo general, la complejidad en la gestión de una cooperativa aumenta junto a su tamaño, dando lugar a mecanismos de autorregulación específicos. Creemos que las cooperativas de mayor tamaño apelan, con frecuencia, al uso de la supervisión directa o de la estructura jerárquica como una forma importante de autorregulación colectiva”, ejemplifica Vázquez.

Por otro lado, el director del proyecto remarca que los mecanismos de autorregulación, al interior de estas cooperativas, no son estáticos, sino que se van modificando, superponiendo y evolucionando a medida que la entidad avanza en su trayectoria.

“Hemos visto como una misma cooperativa, aun manteniendo una cantidad de asociados estable, ha ido modificando sus formas según necesidades específicas de su tiempo, ya sea por la evolución de los procesos productivos, las capacidades adquiridas, los objetivos organizacionales o las relaciones personales entre los integrantes”, ilustra.

Además, al ser las cooperativas espacios esencialmente diferentes, por ejemplo, a las empresas de capital –ya que en las primeras los trabajadores son también dueños responsables de las decisiones a implementar-, aparecen otros modos de autorregulación complementarios, como los mencionados espacios asamblearios.

“Otro aspecto interesante son el motivo de creación de cada. Encontramos cooperativas que se crearon a partir de la voluntad de un grupo de trabajadores de organizarse como proyecto de trabajo, y otras surgidas luego de un proceso de recuperación. Y, por otra parte, las trayectorias individuales previas de sus integrantes incluyen experiencias que van desde la búsqueda de un ‘trabajo’ a una intencionalidad ideológica-política de formar parte de un colectivo de trabajadores autogestionados. Estos factores condicionan las formas de autorregulación que se dan al interior de cada cooperativa”, considera Vázquez.