“Entre la gente que ya cursó la Diplomatura hay una suerte de contraseña, una complicidad, como si fuera una cofradía. Cuando se encuentran dos personas y se preguntan ‘¿Cursaste la Diplo?’ se dibuja una sonrisa en ambas porque saben que atravesaron un proceso de transformación similar, con una enorme incidencia institucional”, ilustra Marisa, a modo de síntesis de un proyecto enormemente complejo y colaborativo que abarca un sinfín de actores, campos y saberes...